Al igual que en la vida adulta, en la vida infantil y adolescente nos podemos encontrar con distintas adversidades o problemas. Al fin y al cabo lo que ha pasado entre un adulto y un niño no es más que tiempo. Por ello un niño puede llegar a sufrir problemáticas psicológicas igualmente aunque, tal vez, expresado de distinta manera.
Como seres humanos, tenemos las mismas emociones básicas, y comienzan a utilizarse desde mucho antes de lo que nos imaginamos.
La forma de trabajar con niños y adolescentes en psicoterapia es algo diferente. El tiempo de sesión se adapta al menor, ya que una hora a veces es demasiado esfuerzo para ellos/as. A su vez, necesitamos realizar un ambiente mucho más dinámico y adaptado a la edad.
La problemática puede ser muy diversa. Pero lo más común suelen ser padres y madres que llegan aquejados por una conducta que se sale de lo que ellos consideran “normal”. En ciertas ocasiones, la terapia infantil acaba dirigiéndose hacia los padres y madres para conseguir modificar la conducta de sus hijos mediante cambios en ellos mismos.
Los procesos comienzan con una primera sesión con los padres en la que se exploren ámbitos que no se puedan con el niño/a y se irán intercalando sesiones padres/madres-hijos/hijas. Es fundamental revisar hasta los acontecimientos anteriores al nacimiento del hijo/hija, como de los padres/madres o familiares.
Normalmente las problemáticas pueden ir desde problemas escolares (dificultades académicas, problemas de conducta, etc.) hasta trastornos emocionales o conductuales (ansiedad, trastornos de conducta, miedos, rabietas, hiperactividad, enuresis, encopresis,…).